En Paucartambo, Cusco, en la entrada al Valle Sagrado de los Inca, en Pisac, algunas Comunidades Campesinas quechua hablantes han formado el “Parque de la Papa”, acompañados por la ONG ANDES y el “Centro Internacional de la Papa” de las Naciones Unidas. Es el principal semillero de la papa nativa en los Andes. Cultivan bajo optimas condiciones mil trescientas variedades de papas nativas de las más de tres mil que hay en el Perú, para proveer al mundo andino con semillas sanas.
En Paucartambo, Cusco, en la entrada al Valle Sagrado de los Inca, en Pisac, algunas Comunidades Campesinas quechua hablantes han formado el “Parque de la Papa”, acompañados por la ONG ANDES y el “Centro Internacional de la Papa” de las Naciones Unidas. Es el principal semillero de la papa nativa en los Andes. Cultivan bajo optimas condiciones mil trescientas variedades de papas nativas de las más de tres mil que hay en el Perú, para proveer al mundo andino con semillas sanas.
Hasta aquí podría ser un proyecto de desarrollo agrícola común. Pero la papa nativa no es cualquier producto, sino es parte del cosmos andino, es sagrada, más aún si es para semilla. Es un producto único en el mundo que crece en el Alto de los Andes entre 3000 y 4000 msnm. ¡Y de forma natural y tradicional!
El concepto del tiempo en el mundo quechua es cíclico y el concepto del espacio es dualista. Para que la papa sea sana, rica y única, tiene que ser tratada bajo este concepto. Y, de hecho, de otra manera, sembrada industrialmente, no crece.
Este concepto es el Yanantin, es la dualidad opuesta de todas las cosas, que son lloque y phaña, izquierda o derecha, maligno o benigno, matriarcal o patriarcal, plata u oro, luna o sol. Es que entre los dos polos surge la vida, surge todo tipo de relación y uno sin el otro sería imperfecto. Aunque ninguno en si es absoluto. Es en su esencia Pachamama y Los Apus. En el taoísmo chino conocemos el mismo ordenamiento como el Yin y el Yang.
Para que la papa, y los demás cultivos ancestrales, prosperan, se tiene que pedir el permiso a la Pachamama para que brinde fertilidad y bondad. Además, hay que respetar el orden del Yanantin, que es fundamental, porque buscamos que se reproduce la vida y ella tiene un cause.
Aquí, en el parque de la papa, como en gran parte de los Andes, tenemos algunos ejemplos de estas relaciones y su equilibrio. El hombre (phaña) rompe la tierra y la mujer (lloque) coloca la semilla y el guano. El hombre no debe colocar la semilla, sino el frío y violento acero de la chakitakllia (arado manual de forma fálica). Otro ejemplo más ilustrativo todavía es el fogón tradicional. El calor persistente, la brasa es la base de toda cocción y se usa para esto la bosta (estiércol) que es lloque. Pero ella no produce llamas, no hay vida en el fuego. Para hervir agua y cocinar se necesita algún tipo de leño, sea madera, achupalla o algo que combustione y esto es phaña. Por lo mas mínimo que sea, este leño origina una llama inmediatamente, hierve y se consume rápidamente. Pero el resultado es el fuego y en la olla es la vida. ¡Es el Yanantin!
En el Parque de la Papa se mantiene este equilibrio, el Yanantin. Es la continuación y la constancia biológica de uno de los alimentos más importantes del mundo, que merece un “Centro Internacional” (de las Naciones Unidas) que garantizan su germoplasma. Gracias a la cultura andina y sus técnicas artesanales y ancestrales hay la garantía que siempre habrá papa, alimento, vida. Sin el Yanantin y sin el amor a la Pachamama podría haber germoplasmas, pero difícilmente tanta variedad de papas. Ambos son parte del mismo proceso y al mismo tiempo un ejemplo de como, con respeto mutuo y la curiosidad de aprender uno del otro, se puede buscar equilibrio y cooperación entre cosmovisiones y tecnologías.
Como sería si nosotros reconociéramos que nuestra existencia, nuestra presencia en este mundo, también es resultado de una relación de Yanantin. Cuan distinto sería nuestro vinculo con las cosas cotidianas, las que nos rodean y las que usamos sin pensar mucho en ellas, si los valoráramos, si les damos la connotación según lo que los caracteriza, lo matriarcal y lo patriarcal. Enfatizando las relaciones complementarias y no jerárquicas entre las cosas y entre nosotros en vez de simplemente percibirlas como bienes de consumo, como objetos que sirven sólo para nuestro fin y placer individual.