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La batalla no ganada

Muchos han reclamado haber ganado la batalla contra Sendero Luminoso (SL), grupo terrorista que, en los años ochenta y noventa del siglo pasado desataron una época de violencia que costó la vida a casi setenta mil peruanos, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Pero, en realidad, la ganaron aquellos que no reclaman la victoria: las milicias rurales, que por ratos superaban al Ejército Peruano en número y por mucho en valentía, habilidad y estrategia.

Uno de los grupos étnicos más afectado por el conflicto, después de los poblados andinos quechuahablantes, ha sido el de los ashaninka, que habita en las cercanías de los ríos de la selva central, como el Ene, Tambo, Perené y sus afluentes. Casi cuatro mil mujeres, niños y adolescentes ashaninka fueron esclavizados y asesinados por SL hasta el año 1996. Ese año conocí a Gedeón Charrete, bélico dirigente de la Comunidad Nativa Chichireni Alto.

Después de su servicio militar, con solamente dieciocho años de edad, Gedeón Charrete convocó a su propia familia y a otras quince de su comunidad, Soma Beni, en el río Ene, a ponerse a buen recaudo del conflicto armado en el río Chichireni, en las alturas de Pangoa. Soma Beni había sido atacada muchas veces por SL, y hubo secuestro de mujeres con sus hijos y de adolescentes. Además, los integrantes de SL siempre se llevaban las cosechas y las pocas pertenencias de las familias.

El calvario de la familia Charrete comienza en 1985, cuando SL secuestra a los dos hijos mayores de David y Julia, padres de Gedeón. David era pastor evangélico en Soma Beni y la mayor parte de sus hijos tenían nombres de grandes guerreros bíblicos. Luis Charrete[1], el hijo mayor, y Pablo, el segundo, fueron secuestrados siendo adolescentes. Al ser heridos en un combate con el Ejército, en el cual servían como carne de cañón, fueron sacrificados por los senderistas, que no tenían compasión ni con sus heridos ni con sus enfermos. Luego, en 1987, SL entra en la casa de Isaías Charrete, hermano de ellos, el fundador del gremio ashaninka Ocare (Organización Campa[2] del Río Ene). Isaías no combatía a SL, pero tampoco cooperaba con este grupo y por ello lo degollaron.

Como el Ejército Peruano no fue capaz –hasta hoy no lo es– de ganar a SL militarmente y como el gobierno es incapaz de combatir la extrema pobreza, caldo de cultivo de SL, tomaron los dirigentes ashaninka la decisión de formar un ejército de cinco mil hombres ashaninka, lo que hizo que SL se repliegue de una parte de los terrenos de la comunidad después de años de lucha.

Gedeón organizó a una veintena de hombres, hermanos suyos y comuneros, y llevó a su comunidad a una zona más alta y más fácil de defender contra los asaltos de SL. Entonces, la Comunidad Chichireni Alto acogió a las dieciséis familias y pronto se transformó, pareciendo una base militar. Ningún miembro salía de la comunidad sin un hombre armado con un fusil de retrocarga máuser, de los que les facilitó el Ejército para su batalla. Además, semanalmente el pequeño ejército ashaninka –cuyos integrantes habían sido entrenados en el Servicio Militar, pero tenían la sangre guerrera del pueblo ashaninka– salía a patrullar el bosque de la otra margen del río, que era la frontera entre ellos y el territorio de SL.

A fines de 1996, se inicia una corta pero intensa amistad entre Gedeón y yo. Acordamos entonces salir juntos al bosque en búsqueda de SL, ya que sabíamos que un grupo suyo rondaba la comunidad. A mí me parecía impostergable documentar cómo estos héroes, ignorados por el gobierno corrupto de Alberto Fujimori, estaban ganándole la batalla a los terroristas en todo el país, a costo de su propia sangre y de sus vidas. Ya habían muerto en la región cuatro dirigentes ashaninka en los últimos años. Y yo sabía que tanto la revista Caretas de Perú como Der Spiegel de Alemania estaban dispuestas a publicar esta denuncia.

Chichireni se ubica al pie de montaña de los Andes, en la selva alta. Casi no hay caminos y donde el paisaje no sube, está bajando por millones de quebradas pequeñas con riachuelos que nos sirvieron de camino. Vivimos de larvas y gusanos, de pequeños monos y plantas. El bosque es, para quien lo conoce, una despensa.

Caminamos unos días sin entrar en contacto con SL, pero logramos destrozar un campamento de ellos. Estaban cerca, lo sentíamos, pero tal era la fama de Gedeón que no se atrevían a enfrentarlo. Así fue hasta el fatídico 9 de noviembre de 1999. SL quería atacar a Chichireni y el Ejército Peruano, guiado por los ronderos de Gedeón, salieron para enfrentarlo, en el mismo bosque que habíamos peinado tres años antes. Gedeón, que estaba en la vanguardia, fue emboscado y perdió la vida con ocho impactos de bala de grueso calibre.

Solamente siete días después, el 16 de noviembre del mismo año, en una incursión similar, Jhonatan Charrete, hermano menor de Gedeón, pisó una mina contra personas, sembrada por SL, y perdió una pierna.

Julia, la abuela que cría a sus huérfanos, esperó que todo lo hecho por ellos y por la comunidad frente a SL ayudaría a que sus nietos vivan en el futuro un mundo menos violento, pero la selva central, que parece un verdadero paraíso natural también se llama el Vraem (Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro).

El Vraem es actualmente la zona de  mayor producción de cocaína en el Perú. Aquí sigue la guerra, siguen siendo castigadas las comunidades por SL y por el narcotráfico, que hoy trabajan juntos. Y las rondas siguen enfrentándose a ellos incansablemente[3], porque nuevamente el Ejército –que actualmente tiene ochenta bases militares con diez mil soldados en el Vraem– no logra poner fin a esta guerra, ni siquiera logra ganar una batalla. Pero sí se quiso acabar con las rondas ashaninkas, desarmando 428 milicias a nivel nacional e incautando más de 1,500 fusiles máuser.

Ahora se dice que la seguridad interna del Perú está a cargo de la Policía Nacional del Perú[4]. ¡Vaya ilusión! Los Comités de Autodefensa Ashaninka, ahora sin las armas que antes les entregaron, están armados con sus arcos y con flechas envenenadas con curare, un veneno mortal.

 

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[1] Alto Chichireni (información del Centro de Documentación e Investigación del LUM).

[2] Antes, los ashaninka eran llamados “campa”.

[3] “Junín: sobrevivientes de matanza de 9 trabajadores acusan a indígenas ashaninkas” (2013).

[4] “Ministro de Defensa anuncia mejores bases en el Vraem” (2016).