1984-1986 El análisis comunal participativo y sus primeros resultados
En los años 1983 y 1984 comenzamos un diagnóstico de la situación social, política, económica y cultural de la comunidad, con la participación de un grupo de líderes jóvenes de Pacchanta. Como parte de ello, utilizamos imágenes fotográficas para documentar y debatir el diagnóstico en la asamblea comunal. Usábamos entonces imágenes con planos abiertos, fáciles de reconocer tanto en lo social como en la ubicación geográfica. La comunidad nos facilitó una pequeña casa como vivienda y un importante espacio para participar en la asamblea comunal. Teniendo las imágenes del diagnóstico, las analizamos en diálogo con los comuneros, juntando diferentes tiempos y espacios en un solo momento. Es que ellos conocían muchas cosas, pero no necesariamente las reconocían.
La comunidad es una organización garante de la cultura quechua y de sus tradiciones, pero también funciona como agente de cambios. Antes de discutir sobre esto, en el debate nos concentramos inicialmente en la fortaleza cultural de Pacchanta, el idioma y otras manifestaciones, como la ropa, los bailes, la religión y otras tradiciones. Y luego trabajamos sobre la organización comunal y distrital, el abandono por parte de las autoridades del Estado y la necesidad de reorganizar las formas establecidas, tanto a nivel comunal como en relación con la cooperativa.
Varios dirigentes, sobre todo Nazario y Mariano Turpo, fortalecieron su liderazgo espiritual en la región Cusco en relación a su trabajo en el turismo místico. Un ejemplo de esto es que Nazario participó como chamán en Machu Picchu en la juramentación del presidente Toledo; también viajó frecuentemente a Washington para asesorar al Smithsonian Institute en asuntos referentes a la cultura quechua. Es importante, al respecto, saber que Pacchanta es visitado por alrededor de 15,000 turistas al año, muchos de los cuales llegan acompañados por chamanes de la comunidad de Q’ero, que queda en las estribaciones de la Amazonía, para realizar ceremonias en las lagunas de la Rinconada del Ausangate.
En Pacchanta, actualmente el idioma principal en la vida familiar y social sigue siendo el quechua. La población siente orgullo de hablarlo bien y menosprecia a quienes no lo hacen. En cuanto a la ropa y la vestimenta de los bailes, se mantiene el uso de trajes tradicionales como expresión de identidad cultural, pero ellos ya no son parte de la vida cotidiana. Ha habido cambios en la calidad de la vestimenta tradicional hacia una forma de haute couture andina en la que se muestra una sobrecarga de colores y elementos, como piñipiñis y lentejuelas. Lo que antes fue la ropa de uso diario, se ha convertido en objeto de identidad y manifestación folklórica y se usa mayormente en fiestas y en los contactos con foráneos, sea en la ciudad o frente a los turistas.
Las autoridades comunales disciplinaron las faenas e iniciaron una mayor gestión hacia fuera. El principal logro a partir de esto ha sido el estudio y construcción de un sistema de irrigación y agua potable diseñado por el Plan Meriss del Gobierno Regional Cusco y la Cooperación Alemana. Adicionalmente, hoy las casas cuentan con agua potable, luz eléctrica y letrinas y se tiene telefonía celular y vías carrozables. También se realizaron muchas gestiones, tanto a nivel político como técnico en relación a oficinas del Estado (a través de Foncodes, el Corredor Puno-Cusco, los ministerios de Educación, Salud y Desarrollo Social, etc.) para conseguir ciertos servicios y mejoras. Así, por ejemplo, Pacchanta cuenta hoy con un colegio de secundaria completa.
En el debate en los años 1980 se abordaba diversos temas en relación a las tierras de la comunidad que habían sido replegadas hacia las alturas por la hacienda Lauramarca hace más de medio siglo. El tema de los pisos ecológicos era urgente, pues faltaba tierra de cultivo para la siembra de productos de panllevar y también tierras en la zona baja para cultivar pastos y para diversificar la producción pecuaria, ya que la lana de alpaca no tenía un buen precio en el mercado. Sin tierras por debajo de 4,000 msnm no era posible construir una infraestructura de riego hacia los lugares de cultivo y las casas y por ello se postulaba que para ampliar las tierras cultivables se tendría que invadir tierras de la cooperativa. A su vez, se pensaba que un canal de irrigación llevaría a la privatización de las tierras beneficiadas.
En un proceso largo, entonces, en 1983 se realizó la repartición de las tierras de la cooperativa. En 1987 esto fue reconocido por el gobierno de Alan García y en los años 1990 se consiguió la titulación de nuevas comunidades campesinas, juntando a varios de los anexos para formar cada una. Así, Pacchanta forma ahora parte de la Comunidad Campesina Ausangate.
Una estrategia introducida fue la rotación del cultivo de papa con el de oca, y después la siembra de pasto cultivado aprovechando así mejor el barbecho y la lenta descomposición del guano. Además, se promovió la construcción de invernaderos para la producción familiar de legumbres.
El cultivo de pastos para ganado, como ryegrass, alfalfa y avena forrajera, mejoró la calidad de los pastizales para la cría de ganado. El éxito de esta iniciativa llevó a la implementación de miles de hectáreas en todas las comunidades de la zona. Adicionalmente, se mejoraron los niveles sanitarios en la crianza de auquénidos, ovinos y vacunos en todas las comunidades. Hoy casi todas las comunidades tienen ganado vacuno Brown-Swiss, hay diez queserías que producen casi mil kilos de queso por semana y la producción de cuyes es de aproximadamente 29,000 animales por año.
También se hizo realidad el canal de irrigación con tres frentes y la recuperación de praderas. Ello fue resultado de un proceso de semiprivatización de las tierras, aunque sin que se abandonara las funciones sociales y políticas de la comunidad. Actualmente, tres canales adicionales al proyecto inicial están en construcción en Upis, Accocunca y Marampaqui, promovidos por la municipalidad de Ocongate. Todo esto ha llevado a un mayor interés por cuidar y mejorar las praderas para el sustento del ganado y a realizar con seriedad los trabajos de mantenimiento de los canales de riego.
Gracias a la liquidación y el parcelamiento de la cooperativa, se cuenta entonces con grandes extensiones de pastos cultivados y forrajeros en las tierras bajas. Además, se repartió 66,000 hectáreas entre cuatro comunidades campesinas tituladas, sumando cada una varios anexos de la cooperativa.
Se ha implementado un manejo sanitario a base de plaguicidas tanto para las alpacas genéticamente mejoradas, como para los vacunos y los ovinos puros y cruzados. Por otro lado, hay familias que siguen usando los bañaderos que se establecieron en los años 1980.
Finalmente, en el aspecto productivo, las monjas de Ocongate han apoyado la construcción de una gran cantidad de invernaderos para la siembra de huertos familiares.
También, actualmente se tiene carreteras y puentes carrozables hacia casi todas las comunidades del distrito de Ocongate en la margen izquierda del río Mapocho.
Por otra parte, la comunidad logró disciplinar a los profesores en el cumplimiento de su trabajo, pero también mejoró su situación de vida a través de la APAFA (Asociación de Padres de Familia) y los promotores escolares, que asumen la función de auxiliares. En Pacchanta hoy se cuenta con educación básica en todos los niveles, desde preescolar hasta secundaria completa, lo mismo que en las comunidades vecinas, lo cual se debe al esfuerzo de la municipalidad de Ocongate.
Desde inicios de los años 1950 hubo una creciente presencia de partidos políticos de izquierda en la provincia de Quispicanchis, sobre todo en el profesorado y algunas ONG. Ellos, hasta después de la Reforma Agraria, en la década de 1970, buscaron infructuosamente arraigarse en la zona mediante la FDCC (Federación Departamental de Campesinos del Cusco), la FARTAC (Federación Agraria Revolucionaria Túpac Amaru del Cusco, fundada por el régimen velasquista) y partidos como Vanguardia Revolucionaria y el PCR (Partido Comunista Revolucionario).
Más adelante, en los años 1980, hubo una marcada presencia de IU (Izquierda Unida) en las elecciones municipales. Esto sucedió al mismo tiempo que el importante cambio que se dio en la Constitución de 1979 debido al cual los campesinos no letrados obtuvieron el derecho a votar[1].
Antes de eso, no había elecciones de alcaldes –solo las hubo brevemente en los años 1960, durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde–, sino que esta autoridad en el país era nombrada por el gobierno central. Siendo la mayoría de la población de Ocongate campesinos, con la nueva ley votaron, todavía temerariamente, por profesores y profesionales de los partidos de izquierda. El resultado fue que se agravó el conflicto entre el poder político progresivamente obtenido por la mayoría campesina y el poder económico de la minoría de comerciantes y profesionales de la clase media rural. En consecuencia, hubo una creciente toma de consciencia de sus propias capacidades políticas por parte de las comunidades, cuya población hoy domina el quehacer político del distrito y la provincia.
Por mucho tiempo, los flagelos de la zona eran los robos, el abigeato, la corrupción de autoridades y el rápido crecimiento de Sendero Luminoso, que era parte del amenazante contexto nacional. En 1985, en un taller del Comité de Derechos Humanos de Ocongate organizado por la parroquia, se tomó la decisión de formar rondas campesinas, para lo cual se buscaba seguir el modelo de las rondas campesinas de Cajamarca. Años después de su fundación, recién en 1992, se legalizaron estas rondas, las cuales se afiliaron a la FDCC y la FARTAC. Las rondas se mantienen vigentes y son hoy la autoridad local más importante, por encima de los presidentes comunales y alcaldes, de la Policía Nacional y los jueces de paz. Las rondas en Ocongate han logrado establecer en la práctica formas de ley consuetudinaria, lo que está previsto en la Constitución política del país.
Las monjas de Ocongate como parte de su trabajo también apoyaron a diversos jóvenes hijos de comuneros en su educación como técnicos agropecuarios. Entre ellos se encontraba Graciano Mandura Crispín, quien volvió a Ocongate como profesional y trabajaba inicialmente en la ONG local.
Fiel a sus principios, Graciano conquistó en 2007 la alcaldía distrital mediante el voto popular y, en el siguiente periodo electoral, en 2011, la alcaldía provincial de Quispicanchis. En ello fue apoyado por el Movimiento de Autogobierno Ayllu de Cusco –fundado en febrero de 2002– y también por las ONG CBC y CCAIJO, el IPA y otros. Graciano Mandura supo aprovechar los recursos abundantes que proporcionaba el canon gasífero y minero y la construcción de la Carretera Interoceánica Sur para realizar una verdadera revolución en Quispicanchis, siendo hoy una provincia ejemplar.
En el caso de Ocongate, Mandura supo volcar el diagnóstico realizado en la década de 1980 y el plan institucional del CCAIJO de los años 1990 en un plan de desarrollo municipal del distrito Ocongate para el periodo 2007-2018, con apoyo de entidades privadas y estatales. Sin embargo, se debe decir que en el distrito se mantienen zonas de pobreza y de extrema pobreza, a las cuales los cambios radicales no han llegado por múltiples razones.
Volviendo a los años 1980, en 1986, un amigo y dirigente de la comunidad Accocunca en la zona alta de Ocongate, Gregorio Condori, nos solicitó realizar también en su comunidad el trabajo con fotografía que veníamos haciendo en Pacchanta.
Esto no era posible, pero entonces Gregorio me pidió una cámara, pues quería hacer fotos él mismo. Le presté una pequeña cámara Ricoh, de medio formato y completamente automática. Tras algún tiempo, Gregorio me buscó para entregarme el rollo de fotos que había tomado y en el cual encontré imágenes sorprendentes sobre la mediación de un juez de tierras en un conflicto de límites.
[1] En los años 1979 y 1980 en la zona de Pacchanta hicimos campañas de tomas de fotos carnet para facilitar el trámite para obtener libreta electoral (ver la sección “Proyectos personales”, “Elecciones”9..