Con frecuencia percibimos la selva amazónica como un espacio desperdiciado, sin pobladores merecedores y además un antro de plantas caóticamente entretejidos entre sí, que albergan todos los males del mundo, plagas, bacterias, virus, insectos, serpientes y felinos, en fin, se percibe este mundo simplemente como sucio.
En los años 1960 hubo toda una euforia en los países amazónicos para ampliar la frontera agrícola, se comienza a destruir el bosque con el comercio forestal, con la ganadería y el petróleo.
Como me dijo alguna vez el Dr. Antonio Brack Egg, gran investigador y primer ministro del Ambiente del Perú, los millones de hectáreas de pasto para el ganado vacuno producen mucho menos calorías que la pesca tradicional en los ríos. En vez de manejar sosteniblemente la pesca en los ríos los envenenan con actividades como la ganadería, la minería, la explotación petrolera y la producción de clorhidrato de cocaína, ni hablar de la creciente urbanización. Todo ello corresponde al sueño del progreso, pero en un lugar inadecuado.
Sin embargo, a parte de destrozar un equilibrio eco-sistémico muy importante para el mundo entero, la Amazonía no esta vacía. A parte de las ciudades hay cientos de miles de familias en comunidades indígenas que habitan toda la cuenca, el bosque es su territorio ancestral, para la caza, la pesca, la recolección de frutas y para vivir una vida semi-nomade. Para poder vivir sus culturas, imaginarios y creencias necesitan un bosque sano, por ello lo protegen.
Tomemos como ejemplo el Valle de Jaraví, que comienza en la provincia de Requena en Loreto, Perú y termina en Brasil, en los ríos Ituí e Itaquaí.
En este valle viven ancestralmente los pueblos Matsés en el lado peruano. Cruzando la frontera con Brasil viven los Matis y ya en los ríos Ituí y Itaquaí los Korubos. Los tres comparten una sola familia lingüística, Pano, muchos patrones culturales y costumbres. A los tres se llama también Mayuruna, gente del río, o Cat-People, por su forma de pintar la cara. Se puede pensar que son un solo pueblo que la historia separó, pero que aún mantienen lazos.
En la década de los años 1960, durante el gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, presidente que construyo también la carretera Marginal para hacer la selva accesible, el gobierno peruano bombardeó a comunidades Matsés, aparentemente con el apoyo de aviones extranjeros, porque se opusieron a la destrucción del bosque y la explotación petrolera. Murieron gran cantidad de indígenas Matsés indefensos. (https://bdpi.cultura.gob.pe/pueblos/matses)
(https://www.servindi.org/actualidad-noticias/17/04/2017/el-genocidio-perpetrado-contra-los-mayorunas-por-fernando-belaunde)
En el año 1969 el Instituto Lingüístico de Verano, ILV, forma una misión en las cercanías del río Yaquerana y con ello termina el asilamiento voluntario de una parte de los Matsés. Otros siguen voluntariamente sin contacto hasta hoy. (http://www.aidesep.org.pe/index.php/noticias/avanzamos-luego-de-15-anos-se-reconoce-los-pueblos-en-aislamiento-matses-remo-marubo-matis)
Tanto en el lado peruano como brasilero existen ahora territorios indigenas Matsés protegidos por ley, pero esto no los proteje contra la voracidad del llamado progreso. Siguen matando personas, destrozando sus territorios.
En 1996 sale un grupo de Korubos del asilamiento porque estaban sufriendo muchas enfermedades virales y bacterianas contagiados por los colonos que invaden sus terrenos. Estaban buscando ayuda de la Funai (Fundação Nacional do Índio do Brasil)
En el año 1999 tuvimos la suerte de encontrarnos con ellos en el río Ituí, un encuentro con la inocencia absoluta, la libertad y la felicidad. Casi un paraiso, si no existieran tantas enfermedades provenientes del occidente. (https://pib.socioambiental.org/es/Povo:Korubo)
La selva no esta vacía, como en el Valle Jaraví hay pueblos indigenas viviendo en muchos lugares y a su manera. La Amazonía tiene muy limitados recursos para explotar, pero riquezas naturales invalorables si no causamos un desbalanze en este equilibrio. Los países amazonicos viven en el mismo mundo que los demás países. Si destruimos la cuenca amazonica no solamente cometemos genocidios, destruimos también nuestra propia base de sobrevivencia. Todavía hay tiempo, aunque ya no mucho.