Algunos ejemplos de fotografía social en el Perú y el mundo
La fotografía social
La fotografía social es una forma de practicar la fotografía documental[1] enfatizando la intervención en procesos sociales, es decir, ocurre cuando una fotógrafa, un fotógrafo o un movimiento de ellos siente la necesidad de manifestarse a través de imágenes. No solamente es más fácil transmitir conceptos complejos con imágenes, sino que en ciertas ocasiones históricas la fotografía social da acceso a muchas personas a la comunicación en la sociedad en general, incluso si no dominan el idioma oficial, la escritura o la capacidad de hablar con conceptos complicados[2].
Durante la corta historia de la fotografía, se han dado algunos momentos de desarrollo de la fotografía social, básicamente a comienzos del siglo XX en Europa y sobre todo en Alemania, Holanda, Inglaterra y Rusia. Un ejemplo de ello fue el de Willi Münzenberg, activista del Partido Comunista de Alemania, que se incorporó al Komintern (la Internacional Comunista) en 1922 –es decir, entre las dos guerras mundiales–, desde donde organizó el movimiento de fotógrafos trabajadores a través de la Arbeiter Illustrierten Zeitung (Periódico Ilustrado de los Trabajadores). Años después, en 1934, Münzenberg inspira The Film and Photo League (Liga de Cine y Fotografía) en Nueva York, apoyándose nuevamente en las estructuras de las organizaciones a nivel internacional, en este caso en la Workers International Relief (WIR; Asistencia Internacional de Trabajadores), con sede en Berlín, Alemania. Años más tarde, los fotógrafos Paul Strand y Berennice Abbott renombraron al grupo como The Photo League (TPL; Liga de Fotografía).
Esta organización, a inicios de la década de 1940, estaba integrada por muchos fotógrafos reconocidos o contaba con su apoyo[3]. Además de su trabajo de fotografía documental, la TPL también estuvo encargada de salvaguardar la colección del famoso fotógrafo Lewis Hine.
Durante la Gran Depresión en los Estados Unidos, entre 1936 y 1943, el gobierno de este país había organizado la Resettlement Administration (RA; Administración para el Reasentamiento) y la Farm Security Administration (FSA), cuya tarea era ayudar a los agricultores sin tierras a reiniciar las actividades agropecuarias y a que salgan de la pobreza, dado el colapso económico en el que habían quedado. Esta iniciativa fue dirigida por Roy Stryker, economista y fotógrafo, quien convirtió la oficina de información de la FSA en un movimiento de fotógrafos documentalistas. Es por ello que la FSA ganó un lugar importante en la historia de la fotografía y también en la de los Estados Unidos. Su lema era: “Dar a conocer América a los americanos”. Algunos de los fotógrafos que participaron en la FSA fueron Walker Evans, Dorothea Lange, Gordon Parks, Russel Lee y Arthur Rothstein.
Un grupo de fotógrafos menos comprometidos en un sentido político y con motivaciones más humanistas, desde el inicio del siglo pasado hasta la actualidad, se denominó en base a este apelativo y es conocido hoy como el movimiento de Fotografía Humanista. Su mayor manifestación fue la exposición fotográfica “The Family of Man” (“La familia del hombre”), organizada por Edward Steichen desde el Museum of Modern Arts (MoMA) de Nueva York en 1955, que recoge muchas obras de fotógrafas y fotógrafos documentalistas conocidos de la época. El movimiento también se conoce como “Concerned Photography” o “Fotografía sociodocumental” y en él han participado y participan fotógrafos tan conocidos como Henri Cartier Bresson, Robert Doisneau, W. Eugene Smith, Werner Bischof, Sebastián Salgado y muchos más. Institucionalmente, esta corriente estaba representada por la agencia fotográfica Magnum y por el International Center for Photography, ICP (Centro Internacional para la Fotografía), bajo la dirección de Cornell Capa.
La fotografía social documental en el Perú
El Perú, al igual que otros países pluriculturales –como México, Guatemala–, tiene una rica historia en fotografía documental comprometida con la población y una larga experiencia de intervención con la cámara en procesos sociales. Si bien los primeros fotógrafos en el país a inicios del siglo XX eran europeos, pronto –con el reemplazo de la daguerrotipia por el colodión húmedo y posteriormente por el negativo– surgieron fotógrafos peruanos involucrados en diferentes causas, especialmente en diversas regiones y no en Lima.
Los fotógrafos Miguel Chani, Juan Manuel Figueroa Aznar y el famoso Martín Chambi en Cusco[4], además de otros artistas e intelectuales formaron parte del movimiento indigenista cusqueño de los años 1930, el cual inició una época en la cual lo indio y lo andino fueron glorificados por la clase media urbana y terrateniente. Ejemplos de ello son los intelectuales Uriel García, en su libro El nuevo indio, y Luis E. Valcárcel, con Tempestad en los Andes. Posteriormente, surgió José María Arguedas, escritor provinciano con raíces indias él mismo. Paralelamente a los intelectuales indigenistas, se inició la dialéctica de Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, liderando el indigenismo político, que culminaría posteriormente en la formación del Partido Socialista, también en Cusco, lo mismo que los primeros sindicatos de trabajadores rurales en Lauramarca (Quispicanchis) y Tocroyoc (Espinar).
Sobresale en este contexto la obra de Martín Chambi, quien documentó e interpretó las utopías de este movimiento con mucho arte y se orientó a un público no indigenista. La difusión de su obra pasó las fronteras del sur andino y llegó a Lima y también a Argentina y Chile. Son, sin duda, sus ideas hechas imágenes las que influencian a muchos intelectuales y políticos posteriores, como Efraín Morote Best, Óscar Núñez del Prado, Laura Caller, Gustavo Alencastre Montúfar –funcionario de la oficina de asuntos indígenas del Ministerio de Trabajo– y otros. Las utopías y los mensajes trasmitidos por Chambi influenciaron y se reflejaron parcialmente en las reformas llevadas a cabo por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. Este fue el primer caso en el Perú en que la fotografía acompaña un proceso social y de toma de consciencia con el objetivo de alcanzar la realización de sus reivindicaciones a nivel local y en la sociedad en general.
Años después, en la década de 1980, terminado el régimen velasquista y con la nueva Constitución elaborada en 1979 –que retoma muchas de las reivindicaciones anteriores–, surge una terrible encrucijada política en el país, la cual estuvo fuertemente influenciada por una izquierda revolucionaria que –según se pudo ver en las elecciones de la Asamblea Constituyente de 1978– había logrado convocar a aproximadamente 40% del electorado y era parte de un movimiento popular ampliamente organizado a nivel nacional. Sin embargo, en la práctica esta izquierda no entendía la revolución como un proceso armado, sino que buscaba una revolución democrática desde una base amplia, con propuestas como la llamada “vía campesina comunera”[5] en el sur andino, que trazó su camino político en el trabajo con los sindicatos obreros y mineros y las federaciones estudiantiles.
En respuesta a esta discrepancia entre discurso y acción en cuanto a la interpretación de la revolución, surgió una agrupación de izquierda maoísta-polpotista que rápidamente consiguió adeptos entre quienes se sentían frustrados por la opción electoral y la no realizada revolución. Se trataba de Sendero Luminoso –cuyo nombre completo es Partido Comunista del Perú por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui–, que inició su lucha armada en Chuschi, Ayacucho, en mayo de 1980, antes de que Fernando Belaunde asumiera el cargo de presidente de la República, tras haber sido democráticamente elegido.
Inicialmente, Sendero Luminoso era un movimiento político represivo militar, pero evolucionó hacia un grupo terrorista que asesinaba a civiles, funcionarios del Estado y militares, principalmente en zonas con poblaciones quechuahablantes, como Ayacucho, Puno y otras regiones del sur andino.
Sendero Luminoso enfrentó al Ejército y la Marina, ambos entrenados por los ejércitos de Estados Unidos y Argentina, las escuelas militares que menos respetaban los Derechos Humanos en el hemisferio occidental. Se desenvolvió entonces una brutal confrontación armada, teniendo en medio como principal víctima a la población organizada, la cual era acusada por unos de traidora a la causa y por otros de terrorismo. Esto causó un enorme debilitamiento de los grupos de izquierda y del movimiento popular organizado. Sin embargo, no dejaron de buscar la forma de unirse y revivir causas conjuntas que podrían haber perdido vigencia en otras circunstancias. De esta manera, las organizaciones en todo el país se fortalecieron en la búsqueda de defenderse de los dos grupos agresores. Un reto en esta búsqueda fue encontrar un oído dispuesto a escuchar sus propuestas, porque tanto los medios de comunicación como las ONG y los partidos políticos dieron la espalda al campo en la búsqueda de protegerse a sí mismos de la violencia.
En este contexto surge en el comité de Derechos Humanos de Ocongate la iniciativa de un taller de fotografía social –que sería el inicio de lo que después fue TAFOS– con el fin de brindar herramientas gráficas y comunicativas a los pobladores con las cuales pudieran publicar sus imágenes no solamente en sus salones comunales –en búsqueda de mayor unión entre ellos–, sino también en Cusco, Lima y otros lugares. Este taller ganó un premio de la Casa de la Américas, de la Habana, Cuba en 1987.
Pronto se juntaron jóvenes de El Agustino, en Lima, con un taller propio, y le siguieron grupos en Puno y Cusco, en sindicatos mineros de Morococha, en las organizaciones de mujeres en Villa El Salvador y en muchas organizaciones más. Surgió así un Movimiento de Fotógrafos Populares capaz de difundir y defender propuestas de cambios democráticos y de promover la segunda reforma agraria prometida por el gobierno de Alan García.
Lo demás es historia conocida: en 1990, Alberto Fujimori ganó las elecciones y a lo largo de su gobierno autoritario, gracias a muchas decisiones ilegales bajo la Constitución de 1979, logró destrozar al movimiento popular y los sindicatos e intervino en las universidades. Al mismo tiempo, comenzó un modelo económico basado en el individualismo y el dominio del mercado libre.
Sin embargo, las ideas una vez pensadas ya no se pueden borrar y sin duda se realizaron paulatinamente aquellas propuestas que las organizaciones de TAFOS proponían y reivindicaron. En un viaje hoy por los lugares donde trabajaron los Talleres de Fotografía Social, se puede ver sus huellas en los avances reclamados y los procesos iniciados.
TAFOS nació en el sur andino y, después de Chambi, ha sido en el Perú el segundo esfuerzo de fotografía documental que ha acompañado un movimiento y un momento de la historia del país, en lo cual intervino activamente. También, al igual que Chambi, TAFOS se ha convertido en un referente visual de su época
[1] “The term document applied to photography antedates the mode or genre itself. Photographs meant to accurately describe otherwise unknown, hidden, forbidden, or difficult-to-access places or circumstances”. “El término documental aplicado a la fotografía precede al propio modo o género. Los fotógrafos con este término buscan describir detalladamente los lugares o circunstancias que de otro modo serían desconocidos, de difícil acceso, estarían escondidos o prohibidos” (véase: https://en.wikipedia.org/wiki/Documentary_photography).
[2] Ver: II Jornadas de Fotografía Social (2016; https://jornadasfotografiasocial.com/).
[3] Entre ellos se encontraban, por ejemplo, Margaret Bourke-White, W. Eugene Smith, Helen Levitt y los fotógrafos de la Farm Security Administration (FSA; Administración de la Seguridad de Granjas), Arthur Smith, Beaumont Newhall, Nancy Newhall, Richard Avedon, Weegee, Robert Frank, Harols Feinstein, Ansel Adams, Edward Weston y Minot White.
[4] Fuera del Cusco se debe considerar a Sebastián Rodríguez en Morococha y a muchos fotógrafos locales desde Puno hasta Iquitos.
[5] Propuesta por la Confederación Campesina del Perú, CCP (véase: “Refundar la federación de campesinos”, de Juan Rojas Vargas (2015; Puno: Los Andes; http://www.losandes.com.pe/Opinion/20151220/93506.html).